Ministerio Femenil

  A todas las mujeres que han aceptado a Cristo como su salvador y Señor las felicitamos! El ser hija de Dios nos hace dignas y coherederas con Cristo Jesús, lo que nos da garantía en la tierra de que sus promesas son para nosotras, nuestras familias y nuestras congregaciones. 

  Hemos sido llamadas para declarar su nombre y predicar su palabra! Para que seamos llamadas mujeres virtuosas por la sangre de Jesús que nos da sanidad y libertad de todo lo que nos aqueja para mal, primeramente el pecado y de toda maldición que pudiéramos tener!

  Es por ello que te declaramos mujer poderosa, guerrera, fuerte y bendita en el nombre de Jesús.

  Asi también bendecimos la vida de todas la mujeres de la tierra que tienen derecho a salvación y redención, pues Dios las ama tanto que envió a su hijo Jesucristo en rescate por ellas! Benditas todas las mujeres del mundo. ¡Aleluya!

Mujer virtuosa,
¿quién la hallará? 
Porque su estima
sobrepasa largamente
a la de las piedras
preciosas. El corazón de su
marido está en ella
confiado, y no carecerá de
ganancias. Le da ella bien
y no mal, todos los días de
su vida. Busca lana y lino,
y con voluntad trabaja con
sus manos. Es como nave
de mercader; Trae su pan
de lejos. Se levanta aun de
noche y da comida a su familia 
y ración a sus criadas.
Considera la heredad,
y la compra, y planta
viña del fruto de sus
manos. Ciñe de fuerza
sus lomos, Y esfuerza
sus brazos. Ve que van
bien sus negocios; Su
lámpara no se apaga
de noche. Aplica su mano
al huso,  Y sus manos a la
rueca. Alarga su mano al pobre, 
Y extiende sus manos al menesteroso.
No tiene temor de la nieve por su familia, 
Porque toda su
familia está vestida
de ropas dobles.
Ella se hace tapices;
de lino fino púrpura
es su vestido.
Su marido es conocido
en las puertas, cuando
se sienta con los
ancianos de la tierra.
Hace telas, y vende,
y da cintas al mercader.
Fuerza y honor son su vestidura; 
Y se ríe de lo por venir.
Abre su boca con
sabiduría, y la ley de
clemencia está en
su lengua. Considera
los caminos de su
casa, y no come el pan
de balde. Se levantan
sus hijos y la llaman
bienaventurada; y su
marido también la
alaba: Muchas mujeres
hicieron el bien;  
Mas tú sobrepasas a todas.
Proverbios 31:10-29

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